Friday, January 26, 2007

No Fumar

Una de las cortinas de humo del 2006 fue la prohibición de fumar el lugares públicos. La medida, restrictiva al extremo, fué propuesta por la derecha –les encanta prohibir y disciplinar- y fué aprobada por el resto de la reunión de consorcio, quise decir Legislatura. La prohibición, coincidente con una ley nacional, originó una campaña mediática impresionante. Seguramente, el Ministerio de S. P. quiere demostrar que se preocupa por la salud de la población. Uno de los avisos televisivos pagados por el Ministerio, relatado por un locutor de voz cavernosa, explica las frustraciones que le esperan a un niño si su padre sigue fumando cerca de él. Podrían gastar esa plata para advertir a los padres lo que le puede pasar a sus hijos si no se alejan del Riachuelo o de los los vertederos del Ceamse, si siguen buscando comida en los tachos de basura de los restaurantes, o manipulando residuos de vacunatorios y farmacias. Podrían explicar los problemas mentales que se originan por la desnutrición en los primeros años de vida, o porqué el Ministerio no actualiza la lista de vacunas obligatorias, retirando algunas que traen más complicaciones que las enfermedades que tratan de evitar y agregando otras más necesarias. Con el dinero que cuestan los avisos "no smoking" podrían contar porqué los laboratorios, que fijaron sus precios cuando el dólar llegó a $3,80, siguen aumentando alegre e impunemente los precios de los medicamentos. O qué es lo que pasa con el aumento de las prepagas y si el superávit fiscal tiene algo que ver con el estado miserable de los hospitales públicos. Esta alharaca con el cigarrillo le cuesta mucho menos al MSP y al intendente Telerman que arreglar los problemas. Lo solucionan con contratando diez inspectores, a $1000 por mes, y satisfacen a muchos estúpidos condicionados por los medios que tuercen la nariz si se prende un cigarrillo mientras toman un café, ignorando todos los otros cancerígenos que inhalan, beben o mastican todos los días. No hace mucho se descubrió que el difunto Sir Richard Doll, el renombrado epidemiologista que vinculó al cigarrillo con el cancer de pulmón, nunca dijo que cobraba 1.500 libras por día de Monsanto, el fabricante del defoliante Agente Naranja durante la guerra de Vietnam. Esto se supo revolviendo sus papeles luego de su muerte. Tampoco dijo que era consultor de Chemical Manufacturers Association, Dow Chemicals e ICI. Por supuesto, Sir Richard Doll dictaminó que el Agente Naranja, cuyo principal componente es la dioxina, no causaba cáncer. También dictaminó que el cloruro de polivinilo, que se usa en la industria plástica, tampoco causaba cáncer. Seguramente hay muchas otras absoluciones de este tipo, pero los científicos tendieron un manto de piedad sobre su memoria y no seguirán revolviendo sus papeles. Ellos también tienen ‘esprit de corp’, sobre todo si hay contratos de por medio.