Wednesday, September 20, 2006

Manuel


En tiempos de Manuel no había televisión ni internet. La Tierra era plana, sostenida por la Gracia de Dios, y todo el Universo giraba a su alrededor, pues la Tierra es la cuna del Hombre, el Rey de la Creación. En el mar, más allá de las Columnas de Hércules, había monstruos y sirenas, y en tierras lejanas pastaba el Unicornio. Las noticias llegaban lentamente y con parsimonia a Bizancio. Y había que tener mucha confianza en quién traía las noticias, sobre todo las relacionadas con Roma. No hacía mucho tiempo que el Papa y el Patriarca de Constantinopla se habían excomulgado, insultado y amenazado mutuamente con los fuegos del infierno. Y en la frontera oriental los turcos rompían la paciencia muy seguido. Además de molestos, eran mahometanos. Cuando las intrigas de su sobrino y los avances de los turcos le dejaba tiempo libre, Manuel II Paleólogo, emperador de Bizancio, blogueaba, como se hacía en esa época. A veces hablaba de su ombligo, y a veces le tiraba palos a Roma y a los turcos. Tal vez recordaba la cuarta cruzada, que había pasado por Constantinopla hacía doscientos años, masacrando a parte de su población y casi destruido Santa Sofía, o tal vez las hogueras de Occitania, donde el Papa había hecho quemar a cientos de herejes cátaros. Puede que supiera lo que estaba haciendo el Santo Oficio, buscando brujas y herejes hasta debajo de la cama, para atarlos al potro. También, seguramente, se acordaba de Saladino. Muchas cosas pueden haber pasado por su cabeza cuando escribió, luego de hablar mal del Profeta: “Dios no se complace con la sangre, actuar contra la razón es contrario a la naturaleza de Dios. La fe es fruto del alma y no del cuerpo. Quien quiere llevar a alguno a la fe necesita hablar bien y razonar correctamente y no usar la violencia y la amenaza. Para convencer a una persona no es necesario disponer de instrumentos para atacarla ni de otros medios con los que se la pueda amenazar de muerte".
Lo que es más difícil de intuir es lo que pasaba por la cabeza de Ratzinguer cuando lo citó a Manuel, que por ahí si no hubiera tenido los problemas que tuvo con su sobrino y los turcos hubiera sido, sino un Doctor de la Iglesia, por lo menos un teólogo pasable. Media rebuscada la cita, en un contexto en el cual había que traer a los griegos, para jugar con la razón, la ciencia y la religión.Porque detalle más o menos, la cita de Manuel, en lo que se refiere al Profeta, es la verbalización de la provocativa caricatura de los daneses. Los estadistas europeos agradecidos, por algo que les puede traer conflictos o al menos tensión étnica. Como dijo un turco por allí: “es un regalo para los EE.UU.” Parece que Ratzinger es muy obcecado, y larga lo que piensa sin importarle las consecuencias. The Guardian trae una pequeña lista de metidas de pata aquí.

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