Monday, July 20, 2009

La Era del Cerdo


La llamaron al principio gripe porcina. Todo empezó en La Gloria, estado de Veracruz, cerca de un frigorífico de Smithfields, especializado en producción de carne porcina, Un buen lugar para echarle la culpa a los cerdos. Estos ya se habían rebelado en 1918 contra la opresión humana, soltando una gripe que se llevó más vidas que la guerra que terminó ese mismo año. Hasta hace poco tiempo, el virus de esta peste estaba desaparecido, mejor dicho enterrado, en millones de fosas por todo el mundo. Pero un grupo de científicos tuvo la brillante idea de buscarlo en algún lugar donde el frío podría haberlo conservado. Lo encontraron en los pulmones de una víctima, enterrada bajo el hielo de Islandia, y obtuvieron su genoma. Es más que probable que, junto su homólogo de la viruela también desaparecido, esté esperando su utilización en algún botellón de un arsenal biológico.

El genoma del virus actual llama la atención. Tiene algunos genes de la gripe porcina y humana, pero extrañamente también algunos de la gripe aviar, que le dan aparentemente su alta contagiosidad y predilección por los pulmones. La gripe aviar tiene una tasa de letalidad del 60% y curiosamente, no se habían reportado casos de esa dolencia en México

El genoma de esta peste parece un coctel salido de la mano de un barman especializado. Tal vez por esta razón un científico australiano, que tuvo relación con investigaciones en genética viral, dijo que tenía todas las características de un virus cultivado en huevo. Es decir, cultivado en un laboratorio. Probablemente se le cayó un frasquito a alguien en Veracruz. “Accidentes” de este tipo ya han ocurrido Si la intención fuera disminuir la sobrepoblación humana habrían soltado algo bastante mas letal.

Es interesante señalar algunas diferencias en el tratamiento dado a la pandemia en México y nuestro país. Cuando las cosas se pusieron feas en México, se declaró un asueto de una semana, se cerraron boliches y los partidos de fútbol se realizaron a puertas cerradas. Con estas medidas lograron amesetar la tendencia de los contagios y luego reducirlos significativamente.

En nuestro país se apeló a la responsabilidad social y los tarados de siempre mandaron a sus hijos a Miami. Cuando volvieron de Disneylandia dejaron el tendal de contagiados.

Se demoró la declaración de emergencia sanitaria hasta después de las elecciones, lo que supuestamente motivó la renuncia de la ministra. Aunque si hubiesen declarado la emergencia antes y se suspendían las elecciones, la oposición habría recurrido a la OEA y las Naciones Unidas, armando un escándalo infernal.

Hace poco leí los resultados de una encuesta telefónica sobre la actitud de la gente frente a la posibilidad de contagio. Sin sorpresas, se demostró que el temor al contagio, y las medidas para evitarlo, estaban correlacionadas positivamente con el nivel de instrucción. Sin embargo, los esfuerzos oficiales para difundir los medidas elementales para evitar el contagio fueron mínimas. Se aconsejó el distanciamiento social y se dejó librada a la responsabilidad individual la asistencia a espectáculos masivos como el fútbol. El pan es escaso y cerrar el circo implicaba repercusiones impredictibles. Los dueños del circo son poderosos.

No se puede menos que pensar en las nubes de núcleos de Flugger volando cuando media cancha grita un gol o putea a un referí. La concentración popular que motivó la conquista de Estudiantes, en medio de una epidemia, es de antología. Sin embargo, aunque he escuchado con atención a algunos comentaristas de fútbol, jamás hicieron mención a la gripe. No es asunto de ellos preocuparse de la salud pública. Tampoco de los comentaristas de espectáculos, incitando a los padres a llevar a sus hijos a los teatros y pasando chivos vergonzantes.

Si bien al principio de la epidemia los medios difundieron ampliamente las noticias, ahora, pese a los 150 muertos reconocidos, la consigna parece ser “de eso no se habla” o mas bien “hablemos lo menos posible”. Porque si se atemoriza a la gente y no sale a gastar en shoppings, cenas o espectáculos perdemos todos: menor actividad económica, menos avisos, menos recaudación fiscal, etc. Esto parece haber inclinado a los facistoides de la Ciudad a no adherir al modesto y tardío asueto sanitario de la Nación. Y además porque somos autónomos. ¿Viste?

Tampoco hubo mucha coherencia entre los virólogos locales. Barbijo sí, barbijo no; Tamiflu temprano si, Tamiflu temprano puede acelerar desarrollo de resistencia al antiviral. Si el virólogo dependía de Macri por lo general opinaba distinto del especialista de Nación. Así, parece que al principio de la epidemia local, para que un enfermo obtuviera el antiviral debía presentar análisis del Malbrán (3 días con suerte), certificado médico y declaración jurada ante escribano. Asi parece que murió mucha gente y la OPS tiene algunas sospechas sobre esto. Y así obtenemos un honroso segundo puesto mundial en mortalidad por el H1N1, detrás de los EEUU.

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