Wednesday, May 31, 2006

Las Fosas


En estos días me he acordado de Herr Priebke, un burgés pequeño pequeño, que vivió cuarenta años en Bariloche y llegó a ser apreciado por sus vecinos, por su corrección y buenos modales. Pero un buen día, a Herr Priebke lo metieron de prepo en un avión y lo mandaron de vuelta a Italia, donde luego de varios juicios (creo que en el primero, un juicio militar, fué absuelto) lo condenaron a prisión perpetua. Lo malo que hizo Herr Priebke en Roma en 1944 fue cumplir una orden de su superior, el Gral. Kappler: seleccionar a los 335 candidatos para una represalia de las S.S.y supervisar personalmentte su ejecución. Resulta que los resistentes italianos habían hecho detonar una bomba al paso de un batallón alemán en Via Rasella, causando 33 muertos en ese momento. Diez por uno, había dicho el Fuehrer. Estuvo moderado; en Lídice la cosa había sido mucho peor, todo el pueblo fue borrado del mapa por un solo nazi. Herr Priebke seleccionó en primer término a los presuntos miembros y simpatizantes de Bandiera Rossa (no hay caso, a los fachos el único color que les gusta es el negro) que estaban presos en Regina Coeli, lo completó con 75 judíos, más alguna gente que pasaba cerca del atentado y dos o tres chicos de 15 a 18 años. La ejecución se llevó acabo en las Fosas Ardeatinas. Y los italianos son gente vengativa, no como aquí, que llamamos al perdón y al olvido. Como el Turco no aflojaba con la extradición, también los alemanes se unieron al pedido. La Corte tuvo que reconocer el principio foráneo de que los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles y Herr Priebke se tuvo que ir en 1995. Y resulta que estos días la prensa internacional (no la nuestra) está dando mucho espacio a lo que pasó en Haditha, Irak. Hasta el Washington Post, en el día de hoy, lo llama una masacre. Una patrulla yanki pasaba cerca de ese pueblo en un vehículo que tuvo la mala suerte de tropezar con una mina puesta por la resistencia. Un muerto y un herido. El resto de la patrulla entra en el pueblo, asaltan algunas casas y matan a todos sus habitantes. Todos. También algunos bebés, viejos en sillas de ruedas, 24 en total. Todos. Por lo menos eso creían los marines, gente ruda y curtida en mil batallas, luchadores de War on Terror. Hubo una chica de 14 años que se hizo la muerta, estaba herida simplemente. Y contó lo que pasó. Para colmo, un estudiante de periodismo filmó los cadáveres, antes de que pasara el batallón de limpieza. Lástima que Herr Priebke no estuviera allí. Les hubiera dicho que tomaran las cosas con calma, que con nueve bastaba, diez sería como Hitler, que tiene tan mala prensa. Y ni pensar en más de diez, porque peor que el Fuehrer no se puede ser.

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